El 9 de noviembre del año 2000 fue la llegada de los tres primeros Padres para trabajar en la Diócesis de Chimoio (PP Antonio Estrada, Enrique Hernández y Antonio García).
El 22 de Diciembre del año 2001 la misión de Mozambique se fortaleció con la llegada de dos nuevos miembros. P. Ignacio Cortez y P. Alejandro Cervantes.
En abril del 2002 llegó el P. Hugo, tuvo la oportunidad de ir a estudiar Chishona a Zimbabwe y se vio que era una buena opción.
El 2 de abril del 2003 llegó el P. Alejandro Molina. Él junto con el P. Ignacio salieron a Zimbabwe en Mayo para estudiar Chishona.
En septiembre del 2004 llegó el P. Joaquín Toris, estuvo un tiempo conociendo la misión y practicando el portugués; después debido a los problemas políticos y sociales del país de Zimbabwe estudio inglés en Kenya y luego chimanica en Jecua.
El 9 de febrero del 2005 la comunidad se vio enriquecida con la llegada del padre Eduardo Mayorga, diocesano de Monterrey, que estaba como misionero en la diócesis de Inhambane, y al acabar su contrato allá pidió continuar la experiencia como asociado a M.G.
En julio del 2005 llego el diacono Hugo Ciprian quien realizaria un trabajo pastoral pedido por el Hekima College de Kenya, mientras ayudaba en la pastoral de Machipanda durante un año.
Las Misioneros Laicas Asociadas Conchita y Chelo (de Queretaro y Torreón respectivamente) se unen a la misión.
El P. Gerardo Guajardo se incorpora a la misión despues de estudiar inglés en canada y portugues en portugal.
El P. Edgardo Meza de San Luis Potosi, se asocia a Misioneros de Guadalupe y es nombrado para la Mozambique.
El P. Roberto Figueroa también es nombrado para Mozambique y después de estudiar portugues en portugal llega a la misión.
Son enviadas otras dos misioneras laicas asociadas a Mozambique: Norma y Alma.
Actualmente continuan en la misión: Jecua- P. Ignacio; Seminario Menor y propedeutico- P. Joaquín; Machipanda- P. Alejandro Cervantes; Centro de Formación Chikweya- Chelo, Lolita, Alma y Norma; Guro- PP. Roberto, Gerardo, Eduardo; Amatongas- PP. Antonio, Edgardo.
UNA PROPOSICIÓN AMOROSA
“Los misioneros, en virtud de la presencia del Espíritu en las culturas de los hombres,
cosecharán siempre donde no sembraron y de esto nunca pueden olvidarse,
bajo pena de transformar la misión en imposición en vez de proposición amorosa,
bajo pena de truncar o encubrir las culturas y no reconocerlas en su alteridad e identidad específica.
Pero el misionero también sentirá el deber de anunciar el evangelio a tiempo y contratiempo:
-Ay de mi si no anuncio el evangelio-, dirá San Pablo.”
Baur John, 2000 años de cristianismo en África, Paulinas
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